Navalcarnero - Turismo

Ermita de San Cosme y San Damián

Esta trayectoria histórica marcada por el éxito fundacional de Navalcarnero quedaría reflejada en su incipiente geografía urbana. A lo largo del siglo XVI los colonos construyeron sus casas a la vera de los dos caminos que cruzaban el corazón del lugar. El eje Norte-Sur estaba formado por carril de Tirabuey. Un auténtico cordón umbilical que comunicaba a la madre segoviana con las poblaciones del sexmo de Casarrubios entre las que se encontraba Navalcarnero.

El segundo eje, el Este-Oeste, se reforzaría con el paso de los años, en especial, en lo que respecta a la comunicación con el Camino Real de Extremadura que se dirigía a Madrid. La conexión de Navalcarnero con esta vía principal se realizaba en el puente de la Zarzuela sobre el Guadarrama, a través del camino que con el tiempo se conocería como del Arco. Muy cerca de este último discurriría casi de forma paralela el camino del Molino, que unía Navalcarnero con un viejo molino situado al otro lado del río.

Estos dos ejes se cruzaban en la actual plaza de Segovia, corazón de la vida urbana y de la incipiente organización municipal. Las cuatro ermitas cardinales marcarían los límites del núcleo urbano, rodeado por las eras comunales, y el inicio de los citados caminos. Hasta lo que hoy se conoce las de San Sebastián (Oeste) y San Cosme y San Damián (Este) fueron las más antiguas. Está última se hallaba en construcción en 1557 y aquella ya existía en 1571. San Juan Bautista (Norte), actual capilla del cementerio parroquial, fue creada en torno a 1590; y San Roque (Sur) en 1599. Las advocaciones de estos santos, excepción hecha de la de San Juan Bautista, están relacionadas con las epidemias y crisis sanitarias que asolaron la Península a lo largo del siglo XVI y, en especial, en la última década. Por referencias posteriores se conoce que estas ermitas eran utilizadas en época de recolección para que los campesinos pudieran asistir a los oficios cristianos.