Navalcarnero - Turismo

Puente de Hierro sobre el Río Guadarrama

Desde por lo menos la Edad Media el Camino Real de Extremadura y Portugal discurría fuera de los límites del actual casco urbano de Navalcarnero. Se iniciaba en el famoso puente de Segovia de la Villa y Corte para dirigirse a las Ventas de Alcorcón, Móstoles, Arroyomolinos y El Álamo, salvando el río Guadarrama por el puente de madera de la Zarzuela. Desde aquí seguía su curso hacia Casarrubios, Ventas de Retamosa y Santa Olalla. De esta manera nuestra población quedaba al margen de esta vía principal, con la que comunicaba a través del conocido como camino del Arco hasta el citado puente de la Zarzuela. Este último era un enclave fundamental en la red viaria de la región al tratarse del único paso estable y capaz de superar las avenidas del Guadarrama.

Con el transcurrir de los años se configuró una segunda alternativa del Camino de Extremadura. Poco antes de llegar al río Guadarrama se dividía en dos brazos: el tramo “oficial” ya citado, que transitaba por el puente de la Zarzuela; y el que salvaba la corriente en un vado situado más al Norte, muy cerca del actual puente de piedra de la A-5. Desde este punto continuaba hacía el sudoeste atravesando la villa de Navalcarnero, Valmojado, Santa Cruz de Retamar, Quismondo y Maqueda, hasta fundirse con la primera ruta en Santa Olaya. A finales del siglo XVIII y tras varios intentos infructuosos de construir un puente de piedra a la altura de la Zarzuela “vieja”, los informes técnicos de los arquitectos Ventura Rodríguez y Manuel Serrano aconsejaron que la alternativa de Navalcarnero se convirtiera en la principal del Camino de Extremadura. El proyecto fue aceptado por la Corona que inició las gestiones oportunas para construir un puente de piedra de siete arcos en el paraje del Aguijón, que sería inaugurado en 1805. Se trata del mismo que hoy permanece oculto en parte por la autovía A-5.

La construcción de este puente supuso el afianzamiento de Navalcarnero como hito del citado camino de Extremadura y Portugal, situado a una jornada escasa de Madrid; y el consiguiente acicate a las actividades económicas relacionadas con el transporte de mercancías. La cruz de la moneda sería para los pueblos del viejo itinerario que, como Casarrubios, entraron en franca decadencia.