Navalcarnero - Turismo

Escuelas Públicas
Principios del s. XX

La segunda mitad del siglo XIX conoció el florecimiento de las actividades culturales en la villa. Buena parte de las mismas estuvieron encaminadas al conocimiento de la propia historia local y a la búsqueda de nuevos referentes que reforzaran la identidad de sus pobladores. Así se entendería la recuperación de la figura de Sebastián Muñoz (ca. 1654-1690), natural de Navalcarnero y pintor de Carlos II, y de Calderón de la Barca, como autor de una relación impresa sobre las bodas reales de Felipe IV y Mariana de Austria.

En este contexto Joaquín Bausá y Montes publicaría en 1886 el “Estudio médico-topográfico de la villa de Navalcarnero”. Aunque realizado desde una perspectiva sanitaria, se trató del primer repertorio descriptivo de Navalcarnero realizado con espíritu crítico y exhaustivo. Supuso el punto de partida y la base historiográfica para otros autores que no tardarían en secundar su ejemplo, como Juan Francisco Gascón (1891) o el propio José María Bausá y Arroyo (1941).

Por esos mismos años nacería una incipiente actividad periodística en la villa que pronto daría sus frutos con publicaciones de mayor o menor fortuna editorial. Dentro de estas destacaron “La Prosperidad”, en sus dos etapas, o “El estudiante” dirigido por el citado José María Bausá. El teatro fue otra de las grandes aficiones de los navalcarnereños de entonces y que ha perdurado hasta nuestros días. Fueron habituales las representaciones realizadas por compañías foráneas y locales que lograron encandilar al público.

 Muchas de estas actividades culturales no habrían alcanzado el eco suficiente si no hubiera sido por el avance notable de la instrucción pública. Desde que los jesuitas fueron expulsados de la villa (1767), las autoridades locales mantuvieron una constante preocupación por mejorar las instalaciones escolares y la educación de los más jóvenes. No sin grandes esfuerzos en 1886 se inauguraron las nuevas escuelas públicas de Navalcarnero según el dictamen elaborado por la Institución Libre de Enseñanza y el proyecto del arquitecto Carlos Velasco. Cuatro escuelas, dos para niños y dos para niñas, con una capacidad para 200 alumnos que contaban con los adelantos educativos de la época, incluidos una biblioteca y un mobiliario que seguía el modelo de las escuelas municipales de París. En estas aulas impartirían sus clases maestros como Luis Zapata, José Jalón o Manuela Díaz Santos, con una dedicación y trayectoria reconocidas por la corporación municipal. A pesar de todos estos avances, incluido el de la extensión de la instrucción primaria a la mujer, en el censo de 1897 se declaraba analfabeta casi el 65 % de la población de Navalcarnero.